Fuente: La Voz de Galicia 08/10/2006 El inmueble está agrietado por los camiones y las explosiones, y el ruido no le deja dormir Dice que lo que le ofrecen no le llega para otra vivienda y que ya no puede pedir un crédito |
Un vecino de Becerreá, Amable Pereira Digón, afirma que los propietarios de la cantera de Furco le están «haciendo la vida imposible» para que abandone su casa y les deje el campo libre. Dice que le hicieron una oferta, pero con el dinero que le dan no podría comprar otra vivienda en similares condiciones y tendría que irse a vivir a una tienda de campaña, porque está jubilado de una empresa vasca y tiene una pensión pequeña.
Según parece, la cantera causa daños en su casa y en otras que están próximas, pero unas permanecen vacías la mayor parte del año y otros vecinos optan por ir cobrando indemnizaciones esporádicas y renuncian a denunciarlos. El asunto fue llevado al Juzgado de Becerreá y fueron realizadas mediciones, aunque está en desacuerdo con algún aspecto del informe elaborado.
La casa está situada en uno de los bordes de la cantera, aunque la maquinaria ya la rodea, según señala Amable Pereira. Afirma que, aunque hay tres entradas al recinto, los camiones entran todos por la que está al lado de su vivienda, decisión que para él tiene la finalidad de dificultarle todavía más la vida diaria. Aunque en el informe del técnico de medición de ruidos se afirma que la empresa declaró un tráfico diario de unos 50 camiones, el vecino asegura que son alrededor de 100 los que circulan diariamente.
Dentro de la cantera, pero cerca de su casa, está colocado el molino de la piedra que incrementa el ruido durante el día, y por la noche también se escucha el funcionamiento de una bomba de agua. Pese a que no necesita madrugar, a las siete de la mañana dice que ya se tiene que levantar porque empiezan a circular los camiones y ya no le dejan dormir.
Características
La casa de Amable Pereira tiene dos plantas y dos alpendres, con un terreno de 3.000 metros cuadrados. Está bien situada, a unos 300 metros de la autovía, y se vino a vivir a ella cuando se jubiló, con el fin de pasar allí el resto de sus días. Con sus 69 años y con los 75 que tiene su mujer, afirma que no puede pedir un crédito para comprar otra casa o un piso en Becerreá, y pagar la diferencia de lo que le dan. Además, tampoco está dispuesto a renunciar a la libertad de la vida en el campo, atendiendo su huerta.
Las explosiones y el paso de los camiones provocaron numerosas grietas en la casa, sobre las que también se tendrá que pronunciar el juez. En cuanto a la finca, está rodeada por un muro medio deshecho debido a los camiones.
En el informe del técnico, que registra un pico máximo de ruido de 127,5 decibelios, se hacen varias afirmaciones con las que el vecino no está de acuerdo o está en desacuerdo parcialmente. Dice en uno de los apartados que «la salud de las personas no se verá afectada porque nadie vive en los alrededores de la cantera».
Amable matiza que es evidente que hay un error, porque vive gente. Además del denunciante y de su esposa, hay otra casa enfrente en la que desde hace unos dos años no vive nadie diariamente porque los hijos de los dueños residen fuera. Todavía hay otras dos próximas, pero una la compró la propia empresa y los dueños de la otra optan por ir cobrando cantidades que les paga la cantera cuando les causa algún daño, incluso abortos de vacas debido a las explosiones, según afirma Amable Pereira.